La huelga ha sido un éxito: ahora hemos de seguir luchando.

Todos y todas los que hemos hecho la huelga, los que durante semanas hemos tratado de convencer y sumar a los compañeros en el trabajo a los amigos en el barrio, sabíamos lo difícil que era vencer el pesimismo, la resignación instalada en la conciencia de los trabajadores.
La lucha desigual que hemos debido librar para contrarrestar los argumentos de una campaña sin precedentes, realizada desde todos los medios de comunicación, que han estado en todo momento al lado de los poderosos y en contra de la huelga.

Sin embargo esta huelga ha sido un éxito, quizás no tan grande no como hubiéramos deseado, pero si un importante éxito.
Un éxito que adquiere la forma de un potente grito de rabia contenido, un grito para acabar con la pasividad que nos arrastra a la miseria del trabajo sin derechos, al abaratamiento del despido, a la bajada de salarios y que nos deja como única salida el trabajo precario o el paro.
Si esta huelga fracasaba hubiera significado que la clase trabajadora se habría derrotado a si misma definitivamente y hubiera dejado las puertas abiertas a nuevos ataques como la reforma de las pensiones o los recortes en la sanidad o la enseñanza ect., sin ofrecer ningún tipo de resistencia.

Ahora se trata de seguir trabajando, de defender el éxito de esta huelga, no dejar que nos la arrebaten o se convierta en humo, para ello debemos, seguir luchando hasta alcanzar nuestros objetivos; se ha de cambiar esta reforma laboral en todos sus aspectos negativos, se han de parar todas las políticas económicas que lesionan nuestros derechos e impulsar otras medidas que hagan recaer el peso de la crisis sobre aquellos que la han provocado. Esta huelga ha de ser el punto de partida y no un punto y final, ha de ser el inicio de una movilización sostenida que no pare hasta imponer la lógica de nuestros derechos por encima de sus privilegios.