Uno de los mayores disparates que ha introducido la nueva “contra-reforma laboral” es el despido
por absentismo (Art. 52. d) y que, al
parecer de muchos juristas constitucionalistas, es una vulneración flagrante de derecho a
la salud.
Esta medida, que los empresarios justifican para poder
corregir el problema del absentismo, se está convirtiendo en realidad en la
forma encubierta de despedir a bajo coste.
Si lo que realmente
se pretende es combatir los casos extremos de absentismo (los trabajadores que
faltan todos los lunes, o todos los viernes), no se debería despedir a un trabajador cumplidor que sufra un proceso de enfermedad corto de ocho dias, y al cual se le una el uso de su derecho a
permiso por una intervención quirúrgica de un familiar (por ejemplo), y con ello su ausencia
al trabajo sume nueve dias y supere el 20% de los días laborables en dos meses consecutivos.
Parece bastante evidente que la ley consagra aquí
una cierta hipocresía: se anuncia como herramienta para acabar con el abuso de
los “artistas de la baja”, pero lo que facilita es la posibilidad
del despido barato por parte del empresario
Siendo un despido por causas objetivas
individuales de absentismo, tampoco debería tener relación con problemas de otra
índole (económicos, etc.), pero suele ser al revés: son los supuestos problemas económicos de la empresa los que determinan estos despidos individuales.
En este contexto se enmarca el despido del
compañero Tahir Javed, por eso hemos intentado que la Dirección rectifique, y que
evite utilizar los despidos selectivos como una forma de compensar la bajada de
ventas, pero el resultado ha sido
que no sólo se han mantenido en su
decisión, sino que además se han dado por ofendidos.
Si no fuera porque estamos hablando de un despido, hasta cierto punto sería divertido haber visto, en la Asamblea, cómo algunos jefes de departamento se convertían al asambleísmo para increpar y recriminar, a la parte mayoritaria del Comité Intercentros, que se movilizara para intentar parar un despido del todo injusto.
También merecen mención especial los delegados de UGT, que una vez más, cuando hay un conflicto, desaparecen con cualquier pretexto.
Es fácil ser indiferente, o incluso justificar un despido cuando no se conoce a la persona despedida, cuando el despedido no tiene cara ni nombre, cuando no has compartido durante años trabajo, risas y penas. Javed era un buen trabajador, un buen compañero, así que, por mucho ruido que haga, no vamos a permitir que la Dirección siga por este camino, no vamos a callarnos, no vamos a mirar para otro lado, y en cada despido nos va a tener enfrente.
NO ES NEGOCIABLE,
NO SOMOS MERCANCÍA