Los
turnos tienen efectos muy importantes en nuestras condiciones de vida, en gran
parte porque el tiempo no es una magnitud homogénea, es decir, que las horas no
son intercambiables. Una hora en miércoles no es igual a una hora en domingo,
ni es igual una hora de tarde que una
hora de mañana. Si tienes hijos, el miércoles están en el colegio y el domingo
en casa, si trabajas de mañana veras a
tus hijos, si trabajas de tarde no.
La razón
principal es que la vida humana es vida social, el uso del tiempo no es
individual, implica relaciones con otras personas, de hecho la mayor parte de
actividades humanas sólo tienen sentido si se realizan simultáneamente con
otras personas y desde luego, las más significativas para nuestra identidad
personal, las realizamos en compañía. Y entre estas actividades no sólo está el
trabajo remunerado sino que hay que contar con el trabajo doméstico- familiar,
las actividades cívicas y de ocio. El trabajo a turno fijo de tarde o noche, rompe
con la concepción del ser humano como ser social, ya que impide la posibilidad
de hacer actividades con otros.
Por eso
cuando la empresa nos comunica la eliminación del turno de tarde por temas fundamentalmente
económicos, (suprimir la retribución de la turnicidad), nos inquieta que una
vez que volvamos a la deseable normalidad, la empresa quiera mantener turnos fijos de mañana y de tarde, lo que comportaría que la mitad de la
plantilla quedase fija en el turno de tarde de forma no voluntaria.
Es cierto
que la rotación de turnos tiene efectos negativos para la salud, pero es el
sistema más igualitario y más justo para todos los trabajadores, y es el que
venimos realizando toda la plantilla de producción, sin problemas, desde el inicio de la aplicación de los turnos en la empresa, allá por el año1982.
En las
secciones donde no se aplicaba la turnicidad (Titán 3 y Expediciones) tenemos
la experiencia de que ha sido fuente constante de conflictos entre trabajadores
de los diferentes turnos y con la propia empresa.
Que la
crisis implique hacer ciertos ajustes de producción, que es lógico que la
empresa trate reducir costes, es normal, pero no con algo tan importante para nuestras vidas, no sin tener en cuenta las consecuencias
personales que comportará ir en turno fijo de tarde y no rotar, ignorar esta
realidad, relativizar todo lo referente a la conciliación es reducir nuestra
condición de trabajadores a una mercancía más del proceso productivo, a fuerza
de trabajo que se usa sin más, ignorando que detrás de los números hay personas
con relaciones sociales y familiares
propias.
Nos dicen
que es necesario, que es por nuestro bien, que debemos estar agradecidos, y se
nos impone, sin negociación, sin
escuchar nuestras propuestas, pero a eso ya nos tienen acostumbrados, nos oyen
pero no nos escuchan, nos miran pero no nos ven.
Se nos
agrupa en un solo turno, se nos reduce el salario y en el horizonte cercano, se
entrevé el peligro de que alguien ponga tu nombre en una lista de turno fijo de
tarde.
Que las
ganancias ya no sean las de aquellos gloriosos años de la década anterior, no
significa que nosotros tengamos padecer las consecuencias, somos la misma
plantilla antes que ahora, y si entonces no fuimos recompensados ahora tampoco
se nos debe cargar el peso de todas las
medidas para capear los efectos de la crisis, mientras otros conceptos
económicos, otros privilegios sagrados, ni se mencionan, ni se tocan.