Estamos de nuevo
inmersos en una campaña electoral, las
elecciones al Parlamento Europeo, las primeras de un nuevo ciclo al que después
le siguieran, la improbable consulta por el derecho a decidir, las municipales
y finalmente las generales y las autonómicas.
No es de extrañar que
en el contexto de emergencia social en
que vive la ciudadanía, traten de atemperar los ánimos y el descontento
generalizado de la población, con campañas mediáticas que aseguran que lo peor de la crisis ya ha
pasado y que la economía se recupera lentamente, pero se recupera.
Muchos de los datos en
los que se apoyan los políticos “optimistas” son interpretaciones interesadas y deformadas, de las previsiones
de crecimiento del Producto Interior Bruto, de los datos del desempleo, o del
comportamiento del precio de la prima de riesgo.
Los propios mercados
financieros, dominados principalmente por los bancos alemanes, son los primeros en
promover y alentar esta falsa visión y
así poder mantener en el poder a los partidos que les garanticen la continuidad
de sus recetas económicas de “austeridad” que solo favorecen a sus intereses y
al de las clases dominantes.
Pero frente a este discurso,
“optimista” que nos invita a seguir con los sacrificios económicos y la
renuncia a los derechos sociales, como el últimos de los obstáculos a salvar
antes de salir de la crisis, la realidad
abrumadora de la economía se impone, los desahucios siguen aumentando, el paro de 6 millones
de trabajadores no baja, y se extiende la pobreza en general y la pobreza
infantil en particular.
Ninguna de las medidas
de ajuste duro con las que pretendían salvarnos ha dado el resultado prometido,
muy al contrario nos hunden cada vez más en la miseria.
Pero lo que tratan de
ocultar tras esta pantalla de la falsa recuperación y el cínico discurso político
del gobierno, es la verdad sobre la
tragedia que se nos avecina y que elimina toda posibilidad de esperanza en el
futuro, si no reaccionamos a tiempo.
Este país tiene una
deuda que ronda ya el 100% 100 del producto interior bruto, y que nos es fruto
de los gastos sociales, ni siquiera representa
un porcentaje importante de ella, el inmenso despilfarro y la corrupción de
nuestros gobernantes .Esta deuda es el resultado
de un hábil juego de manos, por el cual, los bancos
han trasferido su deuda privadas al estado, convirtiéndola en deuda pública.
Sus fracasos económicos,
sus ambiciones y delirios especulativos,
ahora se ha convertido en nuestra
pesadilla en forma de deuda pública, y la han trasferido a la cuenta de las clases populares, que la
estamos pagando en forma de impuestos y recortes.
Esta deuda impagable
fuerza al estado constantemente a
solicitar prestamos a los bancos
alemanes con los que hacer frente a los pagos contraídos y estos a su vez, nos imponen altos intereses, a la par que exigen
más y más recortes y más privatizaciones,
para garantizar los nuevos pagos. Así la deuda va aumentando en una espiral imparable donde
queda comprometida toda la riqueza actual y futura del país.
Este es la forma por cual, esta deuda ilícita y los prestamos
asociados a ella, se ha convertido en el mecanismo de extorsión con el que el capital financiero, con sede en
Berlín y sus cómplices de la banca estatal, vacían nuestras bolsillos y poco a
poco nuestras vidas.
Por eso ante el
llamamiento a estas nuevas s elecciones
europeas, de una Europa cada vez menos democrática y entregada a los poderes
económicos en la sombra, que nos gobiernan si presentarse a las elecciones, los trabajadores tenemos saber que todos
aquellos que nos convidan a más de lo mismo, mienten, que no hay salida para
nosotros en el marco de esta unión europea
del capital si no rechazamos la deuda impuesta, ilegitima e impagable.
Solo desde No pago de
la deuda y la salida del euro, será posible construir una propuesta política y
económica al servicio de las clases populares.
1 comentarios:
Estoy totalmente de acuerdo punto por punto. A ver si los ciudadanos despiertan. Podemos ha sido la sorpresa, pero tambien la esperanza de que las mentes den un paso adelante
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